Cuando era pequeño y nos íbamos de veraneo a la playa siempre caía enfermo, neumonía, sarampión….Ahora de mayor he cambiado la enfermedad veraniega por una crisis existencial.
Quizás tenga que ver el hecho de que nací un 14 de julio, o precisamente por eso, el verano es para mí un renacer, un volver a encarar la existencia.
Arnold, mi maestro, siempre decía cuando le preguntaban qué iba a hacer en vacaciones. ¿Qué es eso? vacaciones de mí mismo, eso no puede ser…
A mí el verano me confronta, me reta, me interpela a dialogar conmigo, a ser honesto, a sacar la basura, a limpiar los cajones.
Miro en redes y veo a amigos, conocidos y ajenos en playas, atardeceres, fiestas… y me pregunto por el verano (quizás también el suyo) de aquellos a los que nos les ha quedado más remedio que mirarse al espejo, que se debaten con su ansiedad, con sus arcadas, con sus fugaces ensoñaciones suicidas.
Es 16 de agosto y con afán de ganarle tiempo a la angustia, decido ir al cine a ver la nueva peli de Jonás Trueba, La virgen de agosto, protagonizada por Itsaso Arana y coescrita por ambos. Para mí sorpresa, están allí presentado la cinta, que cuenta a modo de diario los primeros 15 días del agosto de Eva, que en edad de resucitar, ha decidido como acto de fé quedarse en Madrid y lidiar con su crisis existencial, mientras se desliza por las calles y rincones de un Madrid en pleno auge festivo no exento de azarosos encuentros con personajes no menos en crisis.
Me viene a la cabeza una frase que leí hace poco en un contenedor de basura “Madrid no tiene playa pero está llena de náufragos”.
Camino de vuelta a casa saboreando las imágenes, sonidos y diálogos de la deliciosa peli que acabo de ver. Aferrándome a ella me deslizo como un personaje más por las verbenas y desemboco en la calle Calatrava en una especie de epílogo que redondea la atmósfera de la película, a la que añade la complicidad del olfato.
En casa leo una entrevista de Jonás a propósito de La virgen de Agosto (benditas sincronías!!!) .“Nunca he asociado el verano a las vacaciones, para mí siempre ha sido un tiempo de crecimiento personal. En agosto siento que el tiempo se detiene, se abre un espacio temporal donde ocurre algo especial …un tiempo casi mágico que te hace mirar hacia atrás y hacia adelante, que te lleva a reflexionar sobre de dónde vienes y adonde vas como no haces en ninguna otra estación del año.”
En ese detener, en ese espacio sin tiempo he mirado atrás con cariño y hacia delante con respeto, he podido identificar mi propósito vital, y he definido el ser, hacer y tener de las 7 áreas de mi vida que honraré y trabajaré con entusiasmo, al menos hasta el próximo verano.
.
.
Óscar del Pozo.